Después de unos días de aclimatación en Rusia casi empezamos a sentirnos como en casa. Remarco el "casi" porque después del último mundial en Barcelona es difícil sentirse tan arropado en cualquier otro lugar del mundo.
Como es lógico, lo primero que hicimos solo llegar a la villa de deportistas (la misma donde se celebró la Universiada 2013) fue descargar el equipaje y empezar a organizar nuestras habitaciones. Lo que no es tan lógico son las maletas tamaño trailer que nos hemos traido todas como si viniéramos aquí a exiliarnos para siempre. En verdad miento, todas excepto Pau, el único chico de la expedicion junto a nuestro fisio António, que le sobraba tanto espacio en su maleta que más bién parecía nuestra mochila de entreno. Ya os contaré más cosas sobre la nueva incorporación masculina del grupo, pero se ha adaptado como un hermano más en la família.
En segundo lugar pasamos al plan "hola bricomaníacos, hoy taparemos las ventanas con bolsas de basura porque a las 3 de la mañana se hace de día y aquí no existen las cortinas".
El aspecto final no es muy glamuroso pero como comprenderéis nos interesa bastante descansar decentemente por las noches. Y con lo apañaditas que somos en un momento zanjamos el asunto.
También nos caracterizamos por ser bastante observadoras y cuirosas, por lo que para empezar a familiarizarnos con la lengua nos estamos aprendiendo el alfabeto ruso y vamos por todas partes leyendo carteles como cuando los niños empiezan a leer. Aquí todas las indicaciones del recinto están traducidas al inglés, pero tengo que decir que la primera vez que estuvimos en Rusia, Campeonato del mundo junior en San Petesburgo (con Ona, Cris, Marga, Irene, Laia, Paula, Muriel, etc.), el panorama fue muy distinto. Nos llevaron a un sitio bastante terrorifico que parecia el castillo encantado, donde los muelles de la cama te sacaban un ojo y la luz del ascensor se apagaba cuando subías... Por todas partes sólo aparecia información en ruso, incluso si preguntabas a los de la organización te respondian en ruso, así que había menos facilidades que cuando intentas subir al autobus en hora punta. Y me acuerdo que siempre leíamos un cartel donde ponía "PECTOPA", que si lees en su alfabeto significa "restaurant" pero nosotras lo pronunciábamos a lo rusañol y los voluntarios nos miraban raro... Total que "pectopá" se ha quedado como nombre oficial de "comedor".
Y volviendo al momento presente, digo que nos sentimos casi como Vladimir por su casa porqué en nuestro edificio de la villa, donde vivimos en mini pisos por parejas, nos han asignado una especie de tutoras que se encargan de que no nos falte nada y todas hablan bastante bién el castellano. Así que podemos decir que nos estan cuidando con cariño.
El otro día bajé a pedir hielo, el mejor amigo del deportista, y me encontré con dos chicas en recepción. Siempre se ponen contentas cuando vas a preguntarles algo, así pueden practicar el idioma, pero esta vez pusieron cara de incertidumbre y se miraron entre sí como diciendo "se lo dices tu o yo?". Y al cabo de unos segundos de silencio incómodo una se me acerca y dice: - Solo es posible con propósitos (aquí se atascó un poco y la otra la tuvo que ayudar a terminar la palabra) deportivos. Tuve que contenerme para no ponerme a reir, y por un momento pensé con qué pintas debia estar yendo por la villa para que se pensaran que queria preparar unas copas o algo por el estilo... En fin, por suerte entendieron que mi único propósito era deportivo y me fui tan contenta con mi bolsa reparadora de lesiones.
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