jueves, 27 de noviembre de 2014

Nuestro idioma particular

Imagínate que estás caminando tranquilamente por un aeropuerto cualquiera (sin ninguna señal aparente de sueño surrealista ni de haber sido drogado con LSD por un desconocido) y te encuentras con el siguiente panorama:




Después de pellizcarte y mirar a un lado y a otro, para saber si hay una cámara oculta o, en su defecto, alguien más se está percatando de la escena, te das cuenta de que efectivamente hay gente muy friki en este mundo.

Siempre nos dicen que las de sincro somos un poco secta, cuando nos ponemos a repasar coreografías con las manos, sonriendo desmesuradamente, contando muy rápido hasta ocho y haciendo movimientos que solo nosotras podemos entender. Reconozco que a veces parece que estemos preparando un ritual satánico… De hecho el video habla por sí solo. Pero comentándolo con otros atletas te das cuenta de que todos vivimos nuestro deporte como si fuese lo más, conocemos todos los trucos, el poder de nuestro cuerpo, los puntos débiles de nuestros contrincantes, y sabríamos explicar mil ochocientos detalles sobre cada competición o partido que hemos jugado.

El otro día, Ona y yo comíamos con las de waterpolo, en un acto de la RFEN que organizaron en Madrid. Pues hubo un momento de auge máximo que se pusieron todas a comentar a toda velocidad nosequé jugada de nosecual partido súper emocionante… Obviamente nosotras no nos enterábamos de nada, que si el hombre de mas, la falta a la derecha, cuando tiró la pelota por el corto… Y nos miramos como diciendo: en una mesa de sincro nosotras estaríamos igual. Y es que a pesar de que todas vivimos nuestra vida fuera del deporte, tantas horas juntas acaban pasando factura y se crea un ambiente de complicidad extrema con mil bromas internas e incluso un idioma compartido.

Tanto, que ni nos damos cuenta de lo rarísimo que resulta nuestro lenguaje sincronil para la gente “normal”. Con esto no insinúo que seamos un poco anormales, simplemente lo afirmo. La cuestión es que las coreografías de sincro son tan complejas que necesitamos una especie de lenguaje de signos para representarlas cuando no estamos en el agua. A este ritual (escenificado en el video) lo llamamos “pasar en seco”, es decir no en mojado. Desde que tenemos 6 años aprendemos que todos los movimientos que hacemos en el agua se pueden representar con los brazos y así, repitiendo estos patrones una y otra vez, es como mecanizamos las rutinas. Hay dos maneras de hacerlo: sentadas en corro para concentrarnos en la coreografía o de pie para además repasar los cambios de posición (la manera como las nadadoras nos distribuimos por la piscina).

Pasar en seco es fundamental para nuestro deporte, debemos practicarlo cada día en equipo para integrar la sincronización. De hecho es el último ejercicio que hacemos antes de salir a competir para repasar tanto los movimientos de la coreografía como los puntos donde debemos prestar más atención, las correcciones etc. Nos sentamos siempre en un corro y mientras suena la música contamos el compás mentalmente y movemos los brazos todas a la vez. Es impresionante como llegas a visualizar la coreografía pasando en seco, y lo más importante como te impregnas de la energía de la compañera que repasa enfrente de ti mirándote fijamente a los ojos.



Repasando la coreografía del "Océano" en el CAR antes de Londres 2012

lunes, 17 de noviembre de 2014

Remando sin remos

Si leíste el capítulo De lo que ves a lo que es o ya estás familiarizado con el tema, sabrás que para sacar tanto cuerpo fuera del agua sin tocar el suelo utilizamos diferentes remadas de propulsión. Ahora viene cuando alguien nos imagina remando a lo David Cal... ¡Me temo que no! Para sostenernos en el agua utilizamos las diferentes palancas que nos permiten nuestros brazos, según la posición o movimiento que hagamos.

Os presento a mi modelo para las demos de hoy:


(Gràcies Txell per morir de fred per mi i ser la marioneta del dia)



En horizontal

Para las posiciones de superficie, en las que el cuerpo queda plano sobre el agua, hacemos una especie de movimiento “limpiacristales” llamado standard, colocando los brazos al lado del cuerpo. Si tu intención es desplazarte hacia la cabeza mueves las manos como diciendo “adiós” (estos son los trucos que te explican de pequeña y tú te imaginas que estás saludando a criaturas submarinas que te miran por debajo del agua… Ahora me doy cuenta de que vas sumando locuras de este tipo durante años y al final el daño es irreversible).



Si por el contrario quieres moverte hacia los pies, lo que llamamos contra-standard, haces como si te metieras "caramelos en los bolsillos"...




Para desplazarte todavía más rápido cuando estás en posición plana también existe la remada de torpedo que una vez la tienes pillada hace bastante justicia al misil explosivo, ya que puedes coger mucha velocidad. Con los brazos estirados por encima de la cabeza y sin sacarlos del agua propulsamos diciendo “adiós” para ir hacia los pies.



Y para movernos hacia la cabeza utilizamos el contra-torpedo dibujando “infinitos” con las manos.




En vertical

Cuando nos colocamos en posición vertical, es decir cabeza debajo del agua y piernas fuera, la cosa se empieza a complicar.

La remada básica es la que nosotras llamamos americana, ya que fueron las yankees quienes la empezaron a utilizar y nos la enseñaron. Allí la llaman simplemente scull. La utilizamos para sostenernos en la mayoría de posiciones donde tenemos el dominio de nuestro centro de gravedad: vertical, carpa, grúa, flamenco…



En posiciones de curvatura, en las que el centro de gravedad pasa detrás y la remada americana no da más de sí (a no ser que seas el inspector Gadget y puedas lanzar tus gadgeto-brazos un metro por detrás de tu cuerpo), utilizamos la remada asimétrica en la que un brazo propulsa hacia arriba mientras el otro estabiliza la posición del cuerpo.



Para hacer tirabuzones en posición vertical colocamos un brazo encima de nuestra cabeza y el otro a la altura de los ojos y los movemos en círculos para sostener la línea recta de nuestro cuerpo. 

Si queremos bajar girando…



Y si por el contrario queremos subir girando…




A partir de estas remadas existen algunas variantes, cuando salimos de las posiciones básicas y nos complicamos la vida. Para todas las combinaciones tienes que ser casi tan coordinado como en el juego ese que con una mano das vueltas en la barriga mientras con el otro te das golpes en la cabeza, pero gracias a ellas podemos dominar un medio tan inestable como el agua. Por supuesto cada nadadora tiene sus pequeños trucos para controlar su cuerpo con las diferentes remadas, según su composición corporal, fuerza, flexibilidad…

¡El año que viene en la playa os quiero a todos a practicar!

domingo, 9 de noviembre de 2014

Cómo conocimos a Michael Phelps

De repente estás ahí. Te giras un momento y chocas con Kobe Bryant, levantas la vista y ves cinco aros gigantes colgando de una farola, gente de todas las culturas, una llama que impregna el pebetero y tú, sintiendo su calor en la cara te pellizcas un momento en el brazo, por si acaso es un sueño, pero no.

Estás en el estadio olímpico, rodeada de los mejores deportistas de todo el planeta, que hace unos años veías competir desde la tele de tu casa. Observas como los ojos de tus compañeras también se empañan con el típico velo lagrimoso de “hago ver que me ha entrado algo en el ojo”, mientras por su cabeza también pasan mil imágenes de cuatro años eternos que por fin se acercan a su culminación.


Selfie tembloroso y desenfocado por la emoción en el London Olympic Estadium,
con Pau Gasol como abanderado de España.

De izquierda a derecha: Andrea, Irene, Clara, Ona y un poco de Thaïs con el
maravilloso vestuario made in Bosco entre los compañeros de delegación.

Ya ha empezado la cuenta atrás. Llegamos a la zona de entrenamiento acuático, que compartimos con natación, waterpolo y aguas abiertas. El panorama es: una planta con más de 10 piscinas olímpicas alineadas consecutivamente a las que llegas por medio de un pasillo infinito, repletas de nadadores/as. Más o menos como en tu club, pero sin el carril “tortuga” para socios. Dentro de esa enorme infraestructura, justo en frente de las piscinas, está la zona de calentamiento con colchonetas, fit-balls, gomas, pesos y todo lo que puedas imaginar para entrar en calor en ese lugar semi-congelado de Londres cuyo nombre era Eton Manor. (Ahora viene cuando Ona diría: -Se puede saber cómo te acuerdas de todas las piscinas y lugares a donde vamos?)



El equipo preparado para entrenar en Londres. Foto de Leilani Torres.

Total, que llegamos allí con la boca abierta, como siempre dispuestas a trabajar. Antes de ir al agua, hacemos una tabla de calentamiento todas juntas en círculo, donde cada una cuenta en voz alta las repeticiones de un ejercicio diferente. Pero como buenas aprendices de gimnasia artística, de la cual hemos sacado la idea de calentar en grupo, tenemos que acabar siempre con un estiramiento llamado “toma, toma, dale, dale” (si no os queda claro con la onomatopeya y queréis una demostración cualquier gimnasta os la hará encantado, ellos son los inventores de esta coña). Y como el tema en sí es realmente cómico, nosotras lo exageramos todavía más gritando tonterías.

Así que tú imagínate la estampa, justo en el momento que empezamos a hacer el último ejercicio aparece por ahí un hombre encapuchado de dimensiones considerables y se nos queda mirando fijamente, mientras todas empezamos “ay, ay, uy, uy”… Y justo cuando empieza a irse, un poco intimidado por las circunstancias, se quita la capucha del albornoz… Y en ese preciso instante nos damos cuenta de que acabamos de conocer a Michael Phelps.


Michael Phelps. Sospechamos que se estaba acordando de nuestra presentación en las piscinas de Eton Manor.