Imagínate que estás caminando
tranquilamente por un aeropuerto cualquiera (sin ninguna señal aparente de
sueño surrealista ni de haber sido drogado con LSD por un desconocido) y te
encuentras con el siguiente panorama:
Después de pellizcarte y mirar a un lado y
a otro, para saber si hay una cámara oculta o, en su defecto, alguien más se
está percatando de la escena, te das cuenta de que efectivamente hay gente
muy friki en este mundo.
Siempre nos dicen que las de sincro somos
un poco secta, cuando nos ponemos a repasar coreografías con las manos,
sonriendo desmesuradamente, contando muy rápido hasta ocho y haciendo
movimientos que solo nosotras podemos entender. Reconozco que a veces parece
que estemos preparando un ritual satánico… De hecho el video habla por sí solo.
Pero comentándolo con otros atletas te das cuenta de que todos vivimos nuestro
deporte como si fuese lo más, conocemos todos los trucos, el poder de nuestro
cuerpo, los puntos débiles de nuestros contrincantes, y sabríamos explicar mil
ochocientos detalles sobre cada competición o partido que hemos jugado.
El otro día, Ona y yo comíamos con las de
waterpolo, en un acto de la RFEN que organizaron en Madrid. Pues hubo un
momento de auge máximo que se pusieron todas a comentar a toda velocidad nosequé
jugada de nosecual partido súper emocionante… Obviamente nosotras no nos
enterábamos de nada, que si el hombre de mas, la falta a la derecha, cuando
tiró la pelota por el corto… Y nos miramos como diciendo: en una mesa de sincro
nosotras estaríamos igual. Y es que a pesar de que todas vivimos nuestra vida
fuera del deporte, tantas horas juntas acaban pasando factura y se crea un
ambiente de complicidad extrema con mil bromas internas e incluso un idioma compartido.
Tanto, que ni nos damos cuenta de lo rarísimo
que resulta nuestro lenguaje sincronil para la gente “normal”. Con esto no insinúo
que seamos un poco anormales, simplemente lo afirmo. La cuestión es que las coreografías
de sincro son tan complejas que necesitamos una especie de lenguaje de signos
para representarlas cuando no estamos en el agua. A este ritual (escenificado
en el video) lo llamamos “pasar en seco”, es decir no en mojado. Desde que
tenemos 6 años aprendemos que todos los movimientos que hacemos en el agua se
pueden representar con los brazos y así, repitiendo estos patrones una y otra
vez, es como mecanizamos las rutinas. Hay dos maneras de hacerlo: sentadas en
corro para concentrarnos en la coreografía o de pie para además repasar los
cambios de posición (la manera como las nadadoras nos distribuimos por la
piscina).
Pasar en seco es fundamental para nuestro
deporte, debemos practicarlo cada día en equipo para integrar la
sincronización. De hecho es el último ejercicio que hacemos antes de salir a
competir para repasar tanto los movimientos de la coreografía como los puntos donde
debemos prestar más atención, las correcciones etc. Nos sentamos siempre en un
corro y mientras suena la música contamos el compás mentalmente y movemos los
brazos todas a la vez. Es impresionante como llegas a visualizar la coreografía
pasando en seco, y lo más importante como te impregnas de la energía de la
compañera que repasa enfrente de ti mirándote fijamente a los ojos.
Repasando la coreografía del "Océano" en el CAR antes de Londres 2012
Felicidades Clara por tu blog !!! francamente interesante y con muchos toques de humor :) muy simpático de verdad. De pequeña quise practicar este deporte, siempre me ha gustado mucho, pero lamentablemente no había ningún club donde entrenar cerca de mi casa :( un abrazote enorme :)
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