sábado, 7 de marzo de 2015

¿Trabajadoras nosotras?

A las 8h en punto de la mañana nos encontramos en el gimnasio para repasar las coreografías o establecer qué queremos mejorar de ellas respecto el día anterior. Nos sentamos en un corro, siguiendo nuestra tradición de secta, y siempre hay alguna que recuerda las correcciones importantes mientras las otras, más atentas que si estuviesen concursando en el rosco de Pasapalabra, la ayudan por si se olvida de algo…

Gracias a los ojos de elfo de las entrenadoras (capaces de detectar 50 errores por segundo) y las grabaciones de vídeo desde fuera y dentro del agua (que analizamos con ellas milimétricamente), hacemos un ranking de errores que no podemos volver a repetir durante el ejercicio. Algunos de esos fallos son fáciles de mejorar, simplemente poniendo atención a lo que haces, pero a veces te das cuenta de que has mecanizado tanto un movimiento equivocado que cuesta muchísimo de rectificar. Y aquí es donde empieza la magia de la sincro… Te encuentras en un medio que al principio fue completamente hostil contigo, más adelante empezaste a dominarlo, y cuando por fin lo conseguiste llega la parte más difícil: aprender dominarte a ti misma.

Conciencia del espacio entre tu y tus compañeras

Es muy común que a los pocos años de entreno tu pienses que estás haciendo X movimiento pero en realidad lo que los otros ven desde fuera son todas las letras del abecedario excepto X. Por lo tanto, a base de trabajo, confiar en la visión de tus entrenadoras y asociar tus sensaciones a sus correcciones un día descubres que tú misma puedes detectar tus propios errores y empiezas a mejorar a velocidad exponencial.

Cuando llegas a ese punto, casi se te ocurre redactar una Biblia con los mil trucos que te has inventado para nadar según tus capacidades, que te ayudan a aprovechar la energía en la dirección correcta y ser cada vez más consciente de tus movimientos en el agua.

Colocar el cuerpo de una forma determinada,
acelerar el ritmo de la remada en un punto clave de la rutina,
girar la cadera para que no te duela esa lesión...

Aunque el resultado visual es 8 nadadoras haciendo exactamente lo mismo, dentro del grupo tenemos diferentes prioridades según nuestro recorrido como deportistas y experiencia, es decir, aunque todas debemos estar concentradas durante la rutina no tendrá que poner la misma atención la que justo aterriza en el equipo que la que lleva 10 años de titular. Sin embargo cada una de nosotras tiene algo muy especial de lo que no pueden presumir las demás y debemos explotarlo para complementarnos.

Trastornos de personalidad?

Algunos de estos roles son asignados por naturaleza y otros por obligación. Por ejemplo, volviendo a las 8 de la mañana en el gimnasio, las más jovencitas (que según se ha establecido desde la prehistoria se encargan de llevar el material a todas partes) tienen la función de conectar los altavoces para que todas repasemos la coreografía. Ellas desempeñan ese papel en ese momento y es importante que lo hagan para que el entreno funcione como el mecanismo de un reloj. De la misma manera otra será la responsable de indicar a las demás en qué lugar de la tarima hay que colocarse, otra deberá saltar todo lo que pueda cuando todas la empujen en la primera acrobacia del equipo, otra se ocupará de inventar un bañador ambientado con la música, otra pensará una combinación bonita para la sombra de ojos de la competición, otra se inventará una figura que nadie ha hecho antes en el mundo…

El papel de cada una en la preparación de una acrobacia

Y así es como de 8 a 20h y de lunes a sábado nos vamos turnando responsabilidades. Me gustaría saber cómo se pueden soportar tantas horas sin repartir la energía en diferentes roles como por ejemplo en un deporte individual. La verdad es que solo se me ocurre un espécimen capaz de aguantar 10 horas sin perder un segundo de energía y es el muñeco de Duracel. En un equipo cuando una decae la otra la anima y así al revés, viceversa y hasta el infinito y más allá. Nos conocemos tanto que nos leemos la mente y entramos en bucles de bromas surrealistas que solo nosotras podemos entender. Y cuando nos ponemos a trabajar nos decimos las cosas sin tapujos, dejando lo personal dentro de la mochila, entendiendo que todo lo que se pueda hacer para mejorar hay que ponerlo sobre la mesa.

Es imposible que en un día como hoy pueda sentirme más orgullosa de formar parte de este equipo de mujeres.

Plata en el mundial de Barcelona 2013