domingo, 26 de julio de 2015

Sincronizando día y noche

Son casi las 22h de la noche y aprovechamos para repasar los últimos detalles para la final de equipo técnico de mañana. Lo que nosotras llamamos pasar en seco.

Somos conscientes que entre el segundo puesto del ranking y el quinto hay menos de un punto de distancia, y eso podria ser una décima más de cada juez en un elemento. Será una competición dificil, pero habrá que lucharla.


Por suerte nuestras habitaciones están al fondo de uno de los pasillos del edificio (donde habitamos todos los países de habla hispana). Porque no me quiero ni imaginar que montaramos este tipo de circo nocturno en un lugar transitado por nadadores, saltadores, waterpolistas y compañia.

Llegas a la villa cansado, despues de un largo día de competición y solo piensas en meterte en la cama y dormir. Pero conforme vas acercándote a tu habitación percibes que va subiendo el volumen de una canción muy marchosa acompañada por voces bastante estridentes... Y de pronto aparecen delante de ti ocho chicas en pijama moviéndose sincronizadamente y muy rápido por el pasillo, diciendo números en voz alta, haciendo cosas rarísimas con los brazos y la cabeza y sonriendo como si aquello fuese lo más divertido del planeta. Después de procesar esa escena, la persona en cuestión podría terminar con transtornos mentales muy serios, y nosotras no queremos ser responsables de ningún trauma de este tipo.

Así que como iba diciendo, mucho mejor estar aisladas en este lado del edificio, en nuestro mundo donde es normal estirarse en el sofá con una pierna tocando la cabeza, hablar en nuestro idioma sincronizado o "nadar las coreografias por el aire" antes de ir a dormir.

viernes, 24 de julio de 2015

Preparadas, apunten, fuego!

Estamos en la salita donde confluyen todas las habitaciones del equipo con un tinglado de sofás y camillas que solo podiamos haber montado nosotras. Mientras unas se preparan físicamente con el fisioterapeuta (alias Antonio, el salvador del grupo), las otras lo hacen psicológicamente comentando el vídeo del entreno de hoy. Todo está en orden para la competición de equipo técnico de mañana. Que por cierto empieza a las 14h de aquí, una menos en vuestra casa, y salimos 16.

Gemma y Pau, los showmans del grupo, se han pasado cinco minutos haciendo una performance de "como maquillar a tu pareja de dúo" y casi morimos de un ataque de risa. En un momento de locura hemos tenido la tentación de pintarle unicejas y bigote como Charlie Chaplin pero al final hemos abortado misión. 


Esto no es serio. Pero estoy segura de que en unas horas empezará a serlo... Todas construimos nuestra propia burbuja cuando se acercan momentos de tensión. Es nuestro mecanismo de alerta, predisponemos todos nuestros sentidos para afrontar un objetivo y que cuando llegue el momento de la acción no nos pueda desconcentrar ni una mosca.

Paula Klam nos acaba de informar a Cris y a mi que esta noche vendrá a nuestro cuarto de fiesta de pijamas, para no molestar a Ona que mañana inaugura el campeonato con la prueba de solo técnico y tiene que levantarse ni más ni menos que a las 4:50 de la madrugada. Así que hoy me toca dormir con dos marmotas que si me descuido ya iran por el tercer sueño cuando entre en la habitación...

miércoles, 22 de julio de 2015

Como Vladimir por su casa

Después de unos días de aclimatación en Rusia casi empezamos a sentirnos como en casa. Remarco el "casi" porque después del último mundial en Barcelona es difícil sentirse tan arropado en cualquier otro lugar del mundo.

Como es lógico, lo primero que hicimos solo llegar a la villa de deportistas (la misma donde se celebró la Universiada 2013) fue descargar el equipaje y empezar a organizar nuestras habitaciones. Lo que no es tan lógico son las maletas tamaño trailer que nos hemos traido todas como si viniéramos aquí a exiliarnos para siempre. En verdad miento, todas excepto Pau, el único chico de la expedicion junto a nuestro fisio António, que le sobraba tanto espacio en su maleta que más bién parecía nuestra mochila de entreno. Ya os contaré más cosas sobre la nueva incorporación masculina del grupo, pero se ha adaptado como un hermano más en la família.

En segundo lugar pasamos al plan "hola bricomaníacos, hoy taparemos las ventanas con bolsas de basura porque a las 3 de la mañana se hace de día y aquí no existen las cortinas". 


El aspecto final no es muy glamuroso pero como comprenderéis nos interesa bastante descansar decentemente por las noches. Y con lo apañaditas que somos en un momento zanjamos el asunto.

También nos caracterizamos por ser bastante observadoras y cuirosas, por lo que para empezar a familiarizarnos con la lengua nos estamos aprendiendo el alfabeto ruso y vamos por todas partes leyendo carteles como cuando los niños empiezan a leer. Aquí todas las indicaciones del recinto están traducidas al inglés, pero tengo que decir que la primera vez que estuvimos en Rusia, Campeonato del mundo junior en San Petesburgo (con Ona, Cris, Marga, Irene, Laia, Paula, Muriel, etc.), el panorama fue muy distinto. Nos llevaron a un sitio bastante terrorifico que parecia el castillo encantado, donde los muelles de la cama te sacaban un ojo y la luz del ascensor se apagaba cuando subías... Por todas partes sólo aparecia información en ruso, incluso si preguntabas a los de la organización te respondian en ruso, así que había menos facilidades que cuando intentas subir al autobus en hora punta. Y me acuerdo que siempre leíamos un cartel donde ponía "PECTOPA", que si lees en su alfabeto significa "restaurant" pero nosotras lo pronunciábamos a lo rusañol y los voluntarios nos miraban raro... Total que "pectopá" se ha quedado como nombre oficial de "comedor".

Y volviendo al momento presente, digo que nos sentimos casi como Vladimir por su casa porqué en nuestro edificio de la villa, donde vivimos en mini pisos por parejas, nos han asignado una especie de tutoras que se encargan de que no nos falte nada y todas hablan bastante bién el castellano. Así que podemos decir que nos estan cuidando con cariño.

El otro día bajé a pedir hielo, el mejor amigo del deportista, y me encontré con dos chicas en recepción. Siempre se ponen contentas cuando vas a preguntarles algo, así pueden practicar el idioma, pero esta vez pusieron cara de incertidumbre y se miraron entre sí como diciendo "se lo dices tu o yo?". Y al cabo de unos segundos de silencio incómodo una se me acerca y dice: - Solo es posible con propósitos (aquí se atascó un poco y la otra la tuvo que ayudar a terminar la palabra) deportivos. Tuve que contenerme para no ponerme a reir, y por un momento pensé con qué pintas debia estar yendo por la villa para que se pensaran que queria preparar unas copas o algo por el estilo... En fin, por suerte entendieron que mi único propósito era deportivo y me fui tan contenta con mi bolsa reparadora de lesiones.

domingo, 5 de julio de 2015

Acrobacias sobre agua

Habéis visto esa peli en la que un grupo de jóvenes zarpan a alta mar con un barco, caen casual y desafortunadamente todos al agua y ya no pueden volver a subir a cubierta nunca más?


Escena de A la deriva, película de 2006 dirigida por Hans Horn.

Yo no, pero solo con el tráiler se ve clarísimo que esto le pasa a un equipo de sincro y en dos minutos estamos todas arriba. Poniéndonos en situación de tal caso, para alcanzar la altura del barco tendríamos que ser por lo menos ocho personas. Es un tema que nos hemos planteado alguna vez con el equipo… ¿y si nos cayéramos todas al mar qué? Pues en primer lugar intentaríamos organizarnos rápidamente para formar una estructura de salto: es decir colocarnos unas encima de las otras, agarrándonos mutuamente para empujar a una del grupo lo más alto posible. Luego nos pondriamos de acuerdo en los tiempos para propulsar ese salto, es decir "coger carrerilla" por debajo del agua. Entonces nos hundiríamos todas, alguna contaría esos tiempos y la saltimbanki en cuestión saldría disparada hasta agarrarse al palo mayor o donde fuese. Y a partir de aquí en un abrir y cerrar de ojos estaríamos todas subiendo por la cuerda que ella misma nos tendería desde arriba.

Con esta introducción, a parte de concienciar a la población de la importancia de saber hacer sincro para la vida cotidiana, quería resaltar el valor del trabajo en equipo para ejecutar este tipo de elementos. En sincro, las acrobacias que hacen las nadadoras durante el ejercicio son un indicativo de sus habilidades y su capacidad creativa. Hay diferentes tipos de acrobacias:

Los saltos, cuando el equipo lanza a una de las nadadoras hacia arriba con fuerza explosiva.

1. Combo Cats 2006
2. Equipo libre Océano 2012
3. Combo Stairway to heaven 2009
4. Equipo libre África 2007

Las subidas, estructuras de equilibrio y estabilidad donde el equipo aguanta a una o varias nadadoras con control isométrico.

1. Equipo libre Dalí 2004
2. Equipo libre Océano 2012
3. Equipo libre La casa encantada 2009

Las plataformas o planchas, donde una de nosotras se estira en posición horizontal simulando una “mesa” para poder aguantar a otra compañera que se sube encima con mucho arte...

1. Equipo acrobático 2010
2. Combo Elvis Presley 2014


Y a partir de aquí todas las combinaciones posibles que permita la imaginación.

1. Equipo libre La casa encantada 2010
2. Equipo libre Océano 2012
3. Equipo libre Samsara 2014

Nuestro deporte se podria considerar simultáneo, es decir un híbrido entre equipo e individual. Es de equipo porque participamos como grupo pero a la vez es individual porque aunque nademos juntas técnicamente no necesitamos a “la otra” para hacer la coreografía. Para que os hagáis una idea nosotras no esperamos el “pase” de una compañera ni estamos pendientes de una determinada acción suya para seguir los pasos de la rutina, sino que las ocho hacemos los mismos movimientos simultáneamente. Es más, nos podríais separar una por una y seriamos capaces de nadar el equipo solas. Aún y así, hay un momento en el que estas circunstancias cambian y cada nadadora adquiere un rol complementario al de la vecina, sin el cual la coreografía no podría funcionar. Ese momento son las acrobacias y es allí donde se demuestra la fuerza y la compenetración de un equipo.

Cada una de las nadadoras es importantísima en la estructura de un salto, subida o plataforma, porque todo funciona como el mecanismo de un reloj. Solo con que una empuje menos de lo que debería, se coloque por debajo de las demás o llegue tarde a los números establecidos con la música puede descompensar el trabajo de las otras siete y que ese elemento falle.


Investigando acrobacias


Durante el proceso de creación de una coreografía solemos hacer lluvia de ideas tanto de movimientos como de acrobacias. Es importante poner sobre la mesa todas las locuras que se nos ocurran porque aunque al principio parezcan imposibles casi siempre podemos adaptarlas y crear algo que nadie habia imaginado antes, que es en definitiva lo que hace interesante nuestro deporte.

Posible subida para cuando exista la modalidad de equipos de 20 personas

Una vez se nos ha ido un poco la pinza y tenemos varias ideas, es el momento de probar si son factibles o no. En el agua estudiamos cual es la mejor forma de colocarnos unas y otras para aguantar a la o las compañeras que suben y marcamos unos tiempos para unificar las fuerzas de propulsión de las que empujan. Tengo que decir que cuando se ve sincro por la tele parece todo muy fácil pero en los entrenos nos hemos metido unas palizas de cuidado...


Colocación de dos saltos

Hay que reconocer que antes de probar según que subidas hay una clarísima tensión en el ambiente que se manifiesta con miradas de alerta y silencio intranquilo, que se suele romper cuando alguna dice "todo el mundo atento que nos podemos abrir la cabeza". Y tanto las que salen arriba como las de abajo activamos un sexto sentido del "como la lies ya veras" donde debemos fijarnos en hacer exactamente lo que hemos pactado porque hay un elevado peligro de colisión. Y aun teniendo todo el cuidado del mundo varias veces hemos terminado con puntos en la cabeza, la nariz sangrando, un esguince en el brazo o el ojo a la virulé estilo Quasimodo, el jorobado de Notre Dame... 

Durante los primeros días de probar una acrobacia de riesgo es importante vigilar todos los detalles para evitar cualquier descompensación y sus posibles catástrofes... Así es como las mecanizamos para mostrarsela a jueces y público el día de la competición, donde convertimos en arte aquello que nos ha costado algunos arañazos y cicatrices.

martes, 26 de mayo de 2015

Lo que no podemos controlar

Nuestro psicólogo siempre nos dice que la única diferencia entre el entrenamiento y la competición es el nombre. Es cierto que los deportistas practicamos cada día para cuando llegue el día D a la hora H poder hacer la mejor demostración de nuestras habilidades. Pero es absurdo intentar demostrar algo en competición que nunca hiciste antes en un entreno, y si lo consigues es que tienes mucha suerte o que las monedas que tiraste en Fontana di Trevi dieron resultado…

Sin embargo, del entreno a la competición también hay factores que no podemos controlar. Por ejemplo el entorno y sus condiciones.


Cubitos de hielo en la piscina

El agradable momento de "al agua patos"
patrocinado por temblores y risa floja
La fase número uno de reconocimiento cuando llegamos a la piscina de competición es comprobar la temperatura del agua. Según nuestro criterio existen diversas opciones térmicas:
a) el agua está normal tirando a fría
b) el agua está muy fría
c) el agua está congelada
d) o la opción melodramática: “vamos a tener que hacer patinaje artístico en vez de sincro”.

Así pues, normalmente, mientras dejamos las mochilas en algún lugar estratégico de la piscina, hay una de nosotras que se acerca al bordillo y mete un poco el pie a modo de termómetro. Todas las demás la miramos esperando nerviosas el veredicto… y efectivamente en la mayoría de los casos suele ser desfavorable, es decir: cara de pánico y “vamos a morir como Jack sobre la tabla de madera de Titanic”. Dudo mucho que llegue un día en el que la encontremos caliente, a no ser que se estropee la caldera o algo así.

Reconozco que solemos ser un poco histéricas con el tema temperatura y si compartimos piscina con nadadores/as o waterpolistas montamos unos shows de cuidado. Todos los entrenadores están hartos de nosotras, desde aquí un saludo a Fred Vergnoux -entrenador de Mireia Belmonte- que nos tuvo que aguantar muchos días en Sierra Nevada... El tema es que nosotras nos pasamos muchas horas seguidas en el agua y, a diferencia de otras disciplinas, llevamos nuestros músculos al límite en lapsos muy cortos de tiempo (una coreografía dura 4 minutos y un partido una hora) e inmediatamente paramos en seco durante un buen rato para recibir las correcciones. Así que nuestro músculo tiene que reiniciarse de 0 a 100 bastantes veces durante el entreno y por eso necesitamos una temperatura que nos lo facilite. Para ir bien sería entre 28°C y 29°C, cosa que tanto nadadores/as como waterpolistas consideran un caldo, mientras nosotras a 27°C “tenemos más frío que robando pingüinos” (frase prestada de la Biblia de expresiones de los gimnastas del CAR).


Escuadra y cartabón

La preparación de un salto
Una vez reconocidas las condiciones ambientales nos empezamos a familiarizar con las proporciones de la piscina, que seguro serán diferentes a las que estamos acostumbradas.

Principalmente nos fijamos en dos ítems: por un lado, en la profundidad para preparar las acrobacias ya que a veces nos colocamos unas sobre otras para propulsarnos mutuamente y si no calculamos bien podríamos llegar a tocar el suelo (cosa rotundamente penalizada con dos puntos sobre la nota global). Y por el otro observamos la longitud de la superficie para saber si tendremos que desplazarnos más o menos por la piscina.

En los primeros entrenos probamos todos los saltos y subidas que requieren medir la distancia con el suelo, es decir, las que empujan desde abajo reaprenden hasta dónde deben hundirse en esa piscina. Mecanizar estos movimientos requiere un trabajo de percepción espacial muy importante ya que cuando competimos no llevamos gafas y, como ya habréis comprobado en la piscina del camping, abrir los ojos debajo del agua es igual a: no veo tres en un burro.


Ejemplo de tarima excesiva
Otra de las variables a vigilar es la forma de la tarima por donde entramos caminando todas juntas al principio (cuidado no confundir con desfile del ejército) y su altura con respecto al agua. Algunas veces los de la organización se emocionan poniendo unas 300 escaleras para llegar a la plataforma de entrada y luego tienes que tirarte al agua en plan Superman en una prueba de saltos de trampolín…

Tengo que decir que es habitual pasar la mayor parte de los nervios encima de la tarima. Una vez saltas al agua existe una especie de magia inexplicable que expulsa tus inquietudes y todo empieza a fluir, como si pusieras play a la función que vas a representar.



No se oye la música

Comunicación por debajo del agua durante un entreno
Como sabréis o imaginareis, nunca ocho personas podrían bailar sincronizadas con la cabeza debajo del agua sin oír una misma música. Alguien se planteó esta misma incógnita hace muchos años e inventaron el fantástico altavoz subacuático, un aparato que se acopla a los bafles exteriores y nos permite seguir el ritmo de la rutina tanto dentro como fuera del agua. Pero por desgracia no todas las instalaciones pueden presumir de tener un buen equipo de música, y eso a nosotras nos hace “saltar de alegría”.

Imagínate por un momento que llevas un año entrenando tus coreografías en tu piscina (donde los altavoces suenan tan fuerte que pasas por la zona de natación y te encuentras a los entrenadores silbando la música de tu equipo). Llegas a la competición, saltas al agua, hundes la cabeza y de repente toda melodía parecida a la de tu coreografía es pura coincidencia… incluso diría más, de repente la música de tu coreografía se ha transformado en una especie de interferencias del inframundo. ¿Qué opciones hay de solucionar ese problema? Cuando la música se oye muy poco o medio distorsionada, la primera reacción es activar los oídos en alerta máxima para poder captar el ritmo como sea. Suena un poco ridículo pero a veces, cuando estamos boca abajo, hasta nos ponemos a contar moviendo los labios para que no se nos escape ningun número. Aún y así el ruido del agua, que nosotras mismas movemos con nuestro cuerpo, nos lo pone bastante difícil, por lo que directamente pasamos a hacernos señales mutuamente para marcar los tempos. Entonces una de nosotras se encarga de ir contando del 1 al 8 por debajo del agua o picar con las manos (de una forma bastante peculiar que podéis preguntar a cualquier nadadora de sincro del planeta) en los puntos clave para que nadie se pierda.



Ácido sulfúrico

Intentando controlar la posición con las demás
Y por último, llegamos a uno de los temas que más nos gustan… Que hay más reconfortante que abrir los ojos debajo del agua y sentir como si los estuvieses abriendo en una piscina de lejía? Es el clásico de las piscinas inundadas de cloro. A veces me pregunto como puede ser que algo tan nocivo y distorsionante no dé positivo en la prueba de doping... El primer día de competición todavía puedes tolerarlo (el colirio hace maravillas), pero cuando vas por el cuarto empiezas a tener un telo blanco en la mirada y a ver doble y triple por debajo del agua. Y la cuestión es que para controlar a tus compañeras y la secuencia de posiciones que marcais durante el ejercicio tienes que abrir los ojos como si no hubiera mañana. Por lo tanto no tienes escapatoria. Así pues, una vez más volvemos a disfrazarnos de super womans para poner en práctica nuestras habilidades ocultas. Y salimos tan sonrientes que nadie (excepto tú después de haber leído esta revelación) podria llegar a imaginarse el teatro que hacemos para disimular el dolor.



Ser capaz de adaptarse a todas estas circunstancias no es nada fácil, pero es fundamental para llegar a la competición con confianza y seguridad. Y por supuesto los equipos que lo consiguen son los que se desmarcan de los demás y pasan de ser mediocres a grandes deportistas.

viernes, 17 de abril de 2015

Cuando te tiran las pinzas

Una de las cosas más frikis y características de la sincro son las pinzas de la nariz. Entre las típicas preguntas que la gente nos hace cuando se enteran de que hacemos lo del “baile acuático” nunca falla la de: - ¿y las pinzas esas que os ponéis no os hacen daño? 

Doy por superada la etapa donde la gente nos imaginaba
con pinzas de tender la ropa

Comparado con el daño que nos haría esnifar 5 litros de agua con cloro por segundo mientras bailamos por la piscina (y encima luego teniendo que salir sonriendo), la presión de las pinzas sobre nuestra nariz es más bien una caricia. De hecho, cuando empiezas a nadar existe una especie de síndrome de “pinzitis” que se manifiesta como una adicción total a llevar las pinzas puestas sin parar. Me acuerdo que cuando éramos alevines (con Paula, Ona, Irene) nuestra entrenadora nos obligaba a quitárnoslas mientras no estábamos boca abajo porque a alguna se le había ido de las manos y se las ponía hasta para ir a la playa…

Tipos de pinzas que vas probando hasta encontrar las tuyas
(las últimas son las que más utilizamos)
Durante los primeros años de sincro, en los que ya tienes bastante con aprender a coordinar tus movimientos en el agua, las pinzas van atadas con un hilo al bañador para no perderlas. Y las madres, que están en todo, suelen comprarlo transparente (del de pescar) para no hacer más estrafalario el tema (de lo que ya es).

Entonces llega un día en el que empiezan las competiciones y claro, tienes que cortar ese hilo y aprender a vivir sin él. Al principio lo imaginas como algo terrorífico, igual que cuando te quitan las ruedecillas de la bici, porque sabes que en algún momento u otro vas a pillar. Y efectivamente, a partir de ese momento te das cuenta de que la acción ha empezado de verdad.

Como más juntas nadamos más puntuación recibimos,
pero más aumenta la probabilidad de colisión 

Siempre explicamos que la sincro se ve muy bonita desde fuera pero por dentro es una guerra de corrientes, golpes y patadas. Por supuesto la cara no está exenta de recibirlas y como alguien te saque las pinzas desafortunadamente con una mano, codo o pie ya puedes empezar a ingeniártelas para solucionar el drama. El caso es que como acto reflejo, cuando estás boca abajo sin nada tapando tu nariz, empiezas a expulsar aire para que no entre agua. Pero claro, si el nivel de ahogamiento es alto, como suele pasar, o le pones freno o estás perdida. Así pues considerando que en cualquier momento puedes encontrarte ante la pesadilla siguiente:

  1.  Estás en medio de una coreografía
  2. Alguien ha tirado tus pinzas
  3.  Tienes dos segundos para recuperarlas sin que se note
  4. Como te equivoques te cortan la cabeza
  5. No hay ningún hilo que las ate a tu bañador
  6. Va a ser un milagro que las encuentres flotando (porque la parte de metal las lleva al fondo marino)

Eres consecuente y decides llevar siempre unas de recambio (dos o tres para las más neuróticas) en algún lado del bañador o entre los dedos, para poder cambiarlas a la velocidad de la luz en casos de emergencia.


La gracia es que no se vean mucho así que si te fijas bien las encontrarás

Si alguno de vosotros no podía dormir por las noches porque le pareció ver unos bultos raros en los bañadores de un equipo de sincro y estaba pensando en una posible invasión alienígena subcutánea... Hoy por fin podrá descansar. Son las pinzas de recambio, alias "alternativa a morir ahogadas".

Por lo general todas las nadadoras de sincro hemos vivido alguna vez la típica experiencia desagradable con las pinzas, algunas en el entreno, otras en plena competición, unas más fáciles de arreglar que otras. Siempre salen histórias. Una vez Clarita tenía que hacer un salto con las piernas tan agrupadas que las acabó agrupando encima de su nariz... Partiendo las pinzas por la mitad. A Cecil le salieron disparadas en la primera figura del equipo (ojo, en un mundial junior y con tres minutos de rutina por delante) y, según su experiencia, tal y como le empezó a entrar agua por la nariz "empecé a ver borroso y oír la música distorsionada" con lo que optó por poner los "labios de cerdito" (palabras textuales) y seguir. Esto del cerdito se refiere a una curiosa técnica que solo algunas son capaces de poner en práctica: subir el labio superior hasta la nariz para crear un tapón casero. Inciso, sé que algunos de vosotros lo estáis probando ahora mismo. Yo no se hacerlo ni de broma, aunque quizás cuando te encuentras en ese momento te sale una energía insospechable para lograrlo. Y por cierto, recordando más batallitas, Txell conserva un precioso tatuaje por la colisión que tuvo hace años con unas pinzas rotas de Sara Levy.

Así es como en los casos más extremos, donde tienes que poner a prueba tus habilidades espontáneas, te das cuenta de tu gran capacidad resolutiva.

Momento pinzas, justo antes de salir a competir.
Paula Klamburg guía espiritual del grupo conduce a Ona por si se le ha olvidado hacia donde tiene que ir.

El próximo día os presento a la única persona que conozco en todo el mundo que nunca viviría situaciones como ésta porque es capaz hacer sincro sin pinzas de la nariz… (y sin hacer cosas raras con los labios)

viernes, 3 de abril de 2015

El nido del cuco

Como comprenderéis, más de 10 horas de entreno al día serían totalmente imposibles sin un descanso intermedio, y este descanso intermedio no tendría sentido sin una buena siesta.

Para las que son de fuera y viven en el CAR las condiciones de una siesta decente han estado siempre garantizadas: cama, sábanas, ventanas con persiana, silencio... Pero para las que no tenemos habitación la cosa se complica.

Hace años (en generaciones antiguas) el momento siesta de las externas consistía en buscar el rincón con más sombra del césped, asaltar el gimnasio de artística para estirarte en la primera colchoneta que pillaras o directamente tumbarte con los brazos cruzados encima de la mesa de la cafetería cual indigente.

La foto peor tomada de la historia que ilustra una realidad:
siesta en el césped con fantástica mochila reposapies

Así pues, para poner fin a esta trágica situación, decidimos pasar a mejor vida y solicitamos un espacio para poder descansar entre el entreno de la mañana (de 8 a 14h) y el de la tarde (de 16 a 20h). 

Al principio nos dieron una habitación de cuatro, con el pequeño inconveniente de que éramos seis. Irene, la más práctica, se desentendió del tema y acabó siendo adoptada en la suite nupcial de Thaïs, mientras las otras: Andrea, Ona, Paula, Cris y yo nos pasábamos el día haciendo una remasterización del “juego de las sillas” a camas. Porque, entre tú y yo, aunque siempre hemos sido muy respetuosas entre nosotras, la hora de la siesta es sagrada y el tema acabó siendo una locura de “marica el último”. Y la que se quedaba fuera... ¡A buscarse la vida! Además cada dos días nos cambiaban el número de habitación, según la distribución de las diversas concentraciones deportivas en el centro, cosa que si olvidabas te podía llevar a una situación bastante incómoda y surrealista entrando en un cuarto lleno de chicos musculosos hablando en  alemán cuando en realidad tu esperabas encontrar a tus compañeras durmiendo en la cama…

Total, que con tanto lío en vez de descansar nos cansábamos todavía más y finalmente el CAR habilitó un despacho con algunos colchones y mantas en el suelo para que las niñas de sincro pudiesen hacer la siesta de una vez. Automáticamente ese espacio fue bautizado como El nido del cuco, sea en honor a la película de Jack Nicholson (si la habéis visto igual atáis cabos en relación a nuestra salud mental), sea por nuestra pinta de pajarillos enjaulados, o por la ironía de varios trabajadores del CAR que en realidad nos quieren un montón.

Un guiño a Ramon: promotor del nombre de la sala e inventor de este súper llavero!

Actualmente, como somos unas cuantas más, El nido del cuco ha sido trasladado a un espacio mucho más grande donde dormimos rollo patera. Pero, aun y así, la esencia del lugar sigue siendo la misma. Además de dormir solemos comentar la jugada, nos acordamos de aquello y de lo otro y siempre hay el típico momento de complicidad cuando sabes que la de al lado está despierta y a una le da tal espasmo que tira los cojines por el suelo o se pone a soñar en voz alta… Nos miramos con la típica risa disimulada para no hacer ruido, pensando que en unos minutos cuando nos sumerjamos en la merecida siesta nosotras estaremos igual.


Momento donde algunas se encuentran en la fase REM mientras las otras la iniciarán en pocos minutos