viernes, 19 de agosto de 2016

Crónicas de guerra

A veces se me olvida que estoy trabajando en unos Juegos Olímpicos y me pienso que soy corresponsal de guerra. Se ve que en estas instalaciones tienes que estar con los ojos más abiertos que un dibujo de manga y mirando en todas las direcciones, por si acaso tropiezas o caes al vacío por un abismo. Hoy he vuelto al lugar del crimen para sopesar la gravedad de la cuestión.


Alcantarilla de la muerte

Después de esta imagen no hacen falta muchas palabras. (Fotos sangrientas en la entrada anterior). Pasé justo por encima de la alcantarilla pero, en vez de encontrarme con la tapa de hierro, desaparecí por un agujero negro y me quedé más o menos como en la imagen anterior pero con cara de "porqué de repente el suelo está a la altura de mis ojos?". Tuve suerte de que me indicaran el servicio médico con un dedo y una vez allí me dieran una elaborada y compulsada receta médica:

Medicamento para comprar en la farmacia

Cuando llegué a la redacción empecé a notar que la gente estaba un poco preocupada y me convencieron de que lo mejor era ir inmediatamente a ponerme la vacuna anti-tetánica. Obviamente era mucho pedir que me dieran la inyección en el IBS (el Centro de Transmisión Internacional donde crean contenidos los medios de comunicación de cada país). Así pues tuve que irme hasta el Centro de Salud de la otra punta del barrio para salvarme de morir oxidada por dentro. Con el aspecto de mi pierna nadie se atrevió a cuestionar nada y en dos minutos tenia la aguja clavada en el brazo. Las enfermeras eran un amor de mucho cuidado, me trataron como si fuera su hija.


Foto de familia en el Centro de Salud

A partir de esta experiencia voy por las instalaciones mucho más concentrada que cuando comento sincro. Nunca se sabe. Y a cambio ellos han puesto una serie de conos encima de los agujeros, para avisar. Seguridad brasileña. Un pequeño ejemplo de lo que significa explotar un país para unos Juegos Olímpicos que ya tiene suficiente con solucionar problemas propios como la escandalosa desigualdad de clases, el desempleo o la inflación. En una ciudad donde más del 14% de la población vive en favelas porque no se puede permitir un alojamiento. Donde se han construido instalaciones y viviendas sin medida, intentando maquillar una realidad que seguirá presente después de la cita olímpica.

Entrada de prensa en el Parque Acuático Maria Lenk

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