En momentos de la temporada como la temible "vuelta a las nadadas" agradeces
formar parte de un deporte en equipo. El primer día todo el mundo, sin excepción, llega a la piscina con esa extraña sensación… 50% relax y felicidad, 50% pánico
incondicional de “a ver con qué me voy a encontrar”. Conoces tanto a tus compañeras que su expresión es inconfundible, y te reconforta saber que, sin decirlo, os entendeis mutuamente y vais a pasar por el "calvario" juntas.
Es impresionante como cuesta conseguir la condición física y lo rápido que
la puedes llegar a perder, y el primer día eres más consciente de ello que en ningún
otro. Es normal saltar al agua y sentir que te mueves con el estilo de una
cafetera oxidada del siglo pasado, pero cuando miras a tu alrededor te das
cuenta de que tampoco desentonas tanto y, pensándolo bien, no sabes si
alegrarte por ello o directamente echarte a llorar.
Lo bueno es que con el paso de los años cada vez te adaptas mejor a la
pretemporada y conservas más tus habilidades, así que con unos días de trabajo
y agujetas la cafetera va convirtiéndose en cuerpo de deportista otra vez.
Verano de desconexión
Durante la primera semana de entrenos, cuando salimos del agua, nos pasamos horas contándonos
las batallitas veraniegas. Calculando que normalmente estamos juntas unas 60
horas a la semana… ¡Tenemos que recuperar el tiempo perdido! Y nos reímos de
nosotras mismas cuando justo al terminar la última competición dijimos… “No voy
a tocar agua ni que me paguen”, “No pienso meterme en una piscina en todo el
verano”. Y luego… milagrosamente, vas a la playa y aparecen unas pinzas en tu
bolsa. Y al final hay una especie de fuerza sobrenatural que te llena de inspiración
y de repente te ves a ti misma probando figuras y tonterías en el agua. Y
piensas… ¿Será una patología? Pero en un deporte como el nuestro, cuando has estado
tantos meses entrenando bajo tanta intensidad, llega un momento en el que tu
cuerpo te pide hacerlo por libre. Sin reglamentos ni límites, bailar en el agua
sin que eso te produzca urticaria, como a veces nos pasa a finales de temporada
cuando nos pasamos casi 12 horas allí dentro.
Paula Klamburg inspeccionando las aguas marinas |
Hay que decir que este impulso de hacer sincro durante las vacaciones nos sale
especialmente en el mar, pero algunas se ponen tanto en el papel que acaban
rompiendo la “orden de alejamiento al cloro” y se pasan varios días yendo a la piscina.
Conclusión, que la mayoría seguimos pasando el verano entre mil burbujas.
Para compartirlo con vosotros he recopilado varios videos de nuestro “verano
de desconexión” en el que aparecemos las que nos dio por grabarnos en estos
momentos de inspiración. Las que no salen no es que me caigan mal, simplemente
no tuvieron ocasión de utilizar la cámara o se olvidaron de cargar la batería…
Quién sabe.
Las protagonistas son Ona, Irene, Txell, Sara, Cecil, Paula Ramirez y
servidora. Por último quiero añadir que si nuestro entorno más cercano no está
familiarizado con el medio acuático nos encargamos de que así sea, y siempre
encontramos el momento de enseñarles cuatro remadas o maneras de sostenerse en
el agua. No os pasará desapercibida la aparición estelar de dos artistas invitados:
Aleix, la pareja de Sara, cuando salen nadando juntos como pececillos y mi
prima Ari, que la engañé para que me sujetase en una figura… Los dos son
waterpolistas así que ninguno murió en el intento.